Todo lo que está a nuestro alrededor fue diseñado: un diario, una silla, el mate y la pava, el celular. Todos en algún momento fueron la idea en la mente de una persona que imaginó una forma y buscó hacerla realidad. El diseño busca dar respuesta a una necesidad. A partir de ello, trabaja sobre la forma que debería tener y sobre la función que debería cumplir con el propósito de dar una solución y/o respuesta a un problema. Las posibilidades en cada caso son infinitas: para algunos diseñadores un vaso tiene que ser de vidrio por un motivo, para otros de plástico por otra razón.
Si queremos hablar de diseño sustentable, ¿Qué es la sustentabilidad? Se trata de un nuevo paradigma que busca satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las de las generaciones futuras. Implica considerar tres ejes: el crecimiento económico, el desarrollo social y el cuidado ambiental. En este sentido, según el libro «De la cuna a la cuna», «los diseñadores deberían imitar a la naturaleza a la hora de crear productos y servicios de valor ecológico, social y económico».
El diseño no implica sólo pensar la forma y el color de un objeto, sino también elegir cuáles serán los materiales y los procesos de elaboración. El diseño sustentable busca reducir la huella de un objeto en todas las etapas de su vida, desde la elección de su materia prima, pasando por su producción a la destinación final al concluir su ciclo de vida. Pero también implica concebir su impacto social, es decir, cuidar a las personas que forman parte de ese proceso de trabajo. Para que ello sea posible, se deben incorporar las nociones de responsabilidad social empresarial y comercio justo.
El diseño sustentable implica entonces trabajar a partir de tres ejes: el ambiental, el social y el económico. Se deben optar por materia primas orgánicas, reutilizadas o reciclables; se deben respetar los derechos de quien realiza y quien utiliza los productos; y se debe garantizar un precio justo que beneficie a todas las partes involucradas.
Existen diferentes estrategias que buscan reducir el impacto de los productos al diseñar de manera sustentable. Una de las más conocidas a nivel mundial es la de Michael Braungart y William McDonough: «From cradle to cradle» o, en su versión en español, «De la cuna a la cuna». ¿De qué se trata? Frente al modelo de las tres R (reducir, reutilizar, reciclar), proponen considerar la totalidad del ciclo de vida del producto a partir de iniciativas que tengan una analogía con los procesos naturales. Es decir, pensar en el impacto del producto desde el primer momento de su diseño a fin de no generar procesos, consumos ni descartes innecesarios.
Decálogo del diseñador sustentable
Para que un objeto sea diseñado sustentablemente se deben tomar decisiones estratégicas en base a cinco factores: los materiales, los procesos, la distribución, el impacto y el fin del ciclo de vida. En cuanto a los materiales, se debe desarrollar un nuevo concepto de uso que permita reducir el gasto de recursos; priorizar el uso de materiales de bajo impacto (naturales, orgánicos, renovables y/o reutilizados); y disminuir el volumen y peso del producto final para facilitar su traslado posterior.
Respecto de los procesos, se debe realizar un uso eficiente y racional de la energía y el agua; reducir la generación de desperdicios y promover su reciclaje y/o reutilización; promover el empleo inclusivo; seguir los principios del comercio justo; y optar por proveedores que también tengan una mirada responsable y sustentable de su trabajo.
Desde el lado de la distribución, se debe reducir y, si es posible, evitar el uso de empaques innecesarios; y priorizar la utilización de materias primas locales a fin de reducir la huella de carbono del traslado. Durante su uso, el producto tiene un impacto, para el cual se debe procurar su durabilidad, facilitar el retorno y reemplazo de consumibles, y optimizar el gasto energético. Una vez que el producto llega al fin de su ciclo de vida, se debe haber previsto desde un comienzo cuál será su reutilización, reciclaje o disposición final.
Las huellas que dejamos
A través de cada producto se deja una huella, un impacto sobre el ambiente que debe ser considerada a la hora de diseñar con vistas en la sustentabilidad. La huella ecológica se mide conforme el área de terreno y océano necesario para satisfacer el consumo de bienes y servicios. La huella hídrica concibe el volumen de agua dulce necesario para producir los bienes y servicios que utilizamos todos los días. Por su parte, la huella de carbono contempla las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que se generan al producir un bien o realizar una actividad. Y la huella social busca dar cuenta de una realidad mundial: el estado en el que las personas desempeñan su labor durante el proceso de trabajo.
¿Moda o no?
La sustentabilidad va más allá de una moda, es una necesidad. En la gran mayoría de las cosas que consumimos a diario no se consideraron todos estos factores, por eso el rol como consumidores es clave. Frente a un sistema de producción capitalista basado en el hiperconsumo y el progreso infinito, en detrimento de los recursos naturales y el propio ambiente, hoy las nuevas generaciones están tomando conciencia sobre los límites del modelo y sobre la necesidad de empezar a actuar.
La cultura del diseño necesita de un gran cambio por parte de todos los actores involucrados, tanto en su fase proyectual como en la industrial. Los sectores productivos están cada vez más atentos a lo que sus clientes buscan y a responder a sus necesidades más conscientes. Cada vez son más los actores sociales, en especial las jóvenes generaciones, que exigen a los diseñadores y a las industrias formas de producción más transparentes, prioridad de materias primas ecológicas y proveedores responsables, consideración de la vida útil de los productos, y respeto de sus empleados. La sustentabilidad y el diseño van de la mano, o de la cuna a la cuna.



