Puntadas con hilo: hacer y comprar ropa sustentable

El mensaje es que se puede hacer un producto contemplando y controlando los efectos ambientales, económicos y sociales"

0
105

El nacimiento es el momento de la vida humana que Ileana Lacabanne eligió como el centro de su emprendimiento. No parece casual: Chunchino, la empresa de ropa para bebes que creó en 2008, se ocupa de apelar a la responsabilidad desde la sensibilidad, al enviar «un mensaje codificado en forma de regalo» -según su definición- a las familias que reciben a un nuevo integrante. «El mensaje es que se puede hacer un producto contemplando y controlando los efectos ambientales, económicos y sociales», cuenta Lacabanne. Con unas semillas de ceibo para celebrar el momento, el kit de artículos para el recién nacido (que varias compañías compran para entregar a sus empleados) va acompañado por una explicación del concepto de negocio de esta empresa y una invitación a pensar cómo se elige todo lo que se consume.

Chunchino es uno de los proyectos que, dentro de la industria de la indumentaria, se propone ser un negocio socialmente responsable, con la atención puesta en lo que pasa en los eslabones del proceso. En la compra de materia prima, dice Lacabanne, se observa en los proveedores cuál es su impacto ambiental y si tienen trabajo infantil, entre otras cosas; en el diseño se tiende a dar durabilidad a las prendas -como el caso de los enteritos con extensores en la entrepierna para que cubran más de un talle-, bajo el principio general de que sea ropa simple, atemporal y unisex que pase de hermano a hermano y que luego sea donada. Dice la emprendedora que en 2012 ganó el premio de Naciones Unidas a la Mujer Empresaria: «Cada cosa que compramos insumió tiempo, recursos y trabajo; que dure es honrar esa historia y esas manos que la hicieron».

¿Cuál es la guía principal que debe tener una producción para que sea sustentable? «Que con sus procesos se asegure la provisión de recursos naturales a generaciones futuras», afirma Cristóbal Costa, responsable en la Argentina de Marketing y Sustentabilidad de Patagonia, la empresa californiana de ropa de tiempo libre que fue pionera en predicar los conceptos de una economía con impacto positivo en materia ambiental y social.

En la práctica, ese principio rector se traduce en cuestiones como comprar a proveedores bajo las normas del comercio justo (que exigen, entre otras cosas, el respeto por la libertad y el ingreso digno de quienes trabajan); dar funcionalidad a las prendas (que no sean para una única actividad, de tal forma de no ampliar la cantidad de ropa guardada, desde la conciencia del daño al planeta que provoca una producción innecesaria) y hacer ropa reparable, para que dure más.

Una manera de involucrar al usuario, agrega Costa, es mantener un contacto con ellos para escucharlos y convocarlos a encuentros, como los eventos de intercambio de ropa usada entre clientes. Este invierno, relata el directivo, el evento que se hizo en Buenos Aires reunió a 40 personas y hubo 70 productos canjeados.

La educación de los consumidores es uno de los factores incluidos en la definición de la expresión «moda sustentable» que ofrece Miguel Ángel Gardetti, fundador y director del Centro Textil Sustentable, una organización que busca la aplicación de los conceptos del cuidado socioambiental en esta industria. Para el directivo, todos los sectores de la sociedad están llamados a colaborar. Pero enfatiza la responsabilidad individual que existe en el desafío de asumir una forma de vida (o una forma de ser) en la que se tomen decisiones de manera consciente.

Si es realmente necesaria cada compra que hacemos y si no nos convertimos en «acumuladores» de bienes, es una de las líneas para la reflexión que está presente en el mensaje de quienes actúan movidos por la meta de la sustentabilidad. En estos días es bueno tener en cuenta que -como dice un documento del Centro Textil Sustentable- hay un «voto económico» que cada consumidor tiene en su poder. Porque con las compras también se vota.