Entre las preguntas de fondo que se hace quien está interesado en la sustentabilidad hay una que se puede considerar como ineludible y es la relacionada con: ¿cómo arranco?
Si la sustentabilidad fuera un punto de llegada sin dudas tendría que tener un punto de partida; y ocurre que en realidad éste es un equívoco generalizado por no tratarse de una condición alcanzable, tiene que ver con una forma de hacer las cosas y, en especial, de relacionarse.
La sustentabilidad tiene que ver con la decisión de alcanzar un equilibrio en crecimiento sostenido que abarque a nuestro entorno; debemos enriquecernos nosotros -en valores que incluyen el dinero- sin que se empobrezca nadie como consecuencia de nuestro enriquecimiento.
Debemos evolucionar nosotros sin que dejen de hacerlo las personas con las que nos relacionamos, aquellas que integran la comunidad de la que formamos parte.
Tenemos que progresar nosotros sin que retroceda la naturaleza de la que formamos parte en ninguno de los aspectos que la conforman.
La sustentabilidad tiene que ver con una dinámica que no puede detenerse, en primer lugar porque está directamente vinculada con la vida, y finalmente porque uno de sus secretos descansa en el resultado de crecimiento sostenido.
Crecimiento sostenido significa que no hay punto de arribo, la mejora es continua representando a la evolución.
Lo cierto es que, a pesar de estas características, es válida la pregunta respecto de cómo incorporarse en el mundo de la sustentabilidad y suele tener que ver con mantener el rumbo.
Si adoptar el camino de la sustentabilidad tiene que ver con cambiar el rumbo que traemos, lo que haríamos no sería adoptar un camino sustentable sino simplemente cambiar nuestro rumbo.
La sustentabilidad no tiene que ver con que todos hagamos lo mismo, ni siquiera cosas parecidas porque la igualdad impide el enriquecimiento que solo se consigue con las diferencias.
La sustentabilidad nos acerca a una armonía que no se consigue dejando de lado lo que somos ni cambiando lo que hacemos; simplemente debemos hacer lo mismo considerando al resto de las personas y al planeta tanto como lo hacemos con nuestros beneficios.
Si cambiamos el rumbo es porque estábamos equivocados desde antes, la sustentabilidad no tiene nada que ver con esto.
Podrá ser un disparador, una ayuda para que el equívoco del rumbo que traíamos se ponga en evidencia, no mucho más.
Curva suave
Entrar de lleno en el mundo de la sustentabilidad tiene que ver con una transición sin sobresaltos, habitualmente con poner más atención donde no lo hacíamos por no identificar el valor de hacerlo.
Adoptar la sustentabilidad suele ocurrir de manera fluida sin que haya cambios de rumbo violentos sino simplemente curvas suaves que mejoran la forma en que nos acercamos a un destino mejor para nosotros, para el resto de la comunidad de la que formamos parte y para el planeta que habitamos.
En el caso de la sustentabilidad empresaria -en el terreno que se conoce como de Responsabilidad Social Empresaria- ocurre lo mismo ya que, un cambio rotundo de rumbo implicaría que se trate de una empresa que se comportó de manera irresponsable, en cuyo caso requerirá reparaciones -para quienes fueron damnificados- y castigos -tan justos y ejemplares como sean posibles- antes del cambio de rumbo.
Considerando que no hay espacio para empresas irresponsables, y que la responsabilidad de la comunidad sería la de denunciarlas e impedirles continuar operando, las abarca la posibilidad del tránsito fluido hacia la sustentabilidad.
Si estamos actuando con buenas intenciones la sustentabilidad es la cultura a adoptar para que esas intenciones queden reflejadas en hechos tan abarcadores como enriquecedores.
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