Volkswagen confesó este martes haber equipado once millones de vehículos en todo el mundo con un software de manipulación de datos de emisiones contaminantes, en un escándalo que seguía hundiendo las acciones del gigante alemán en la Bolsa.
El caso fue destapado la semana pasada en Estados Unidos, que este martes anunció la apertura de una investigación penal.
“Alrededor de 11 millones de vehículos en todo el mundo fueron equipados” con ese programa informático diseñado para falsear los resultados de los controles de polución, admitió la compañía en un comunicado.
“Nuevas investigaciones internas han demostrado que ese software se había instalado en otros vehículos diésel del grupo”, apuntó. Eso podría indicar que software fraudulentos detectados en modelos de las marcas VW y Audi en Estados Unidos podrían estar presentes en otras insignias de la casa matriz, que cuenta entre sus pertenencias nombres como Seat, Skoda o Porsche.
Volkswagen anunció además haber aprovisionado 6.500 millones de euros en el tercer trimestre del año para enfrentar las primeras consecuencias del caso, lo cual la llevará a “ajustar sus metas de beneficios de 2015”.
La acción de Volkswagen, que ya había perdido cerca de un 18% el lunes, seguía desmoronándose el martes en la bolsa de Fráncfort.
Los otros valores de la industria automotriz de Europa también se vieron afectados por el escándalo. Por la tarde de este martes se esperaba una nueva declaración del presidente de Volkswagen, Martin Winterkorn.
La embarramos
“La embarramos”, sintetizó el director ejecutivo de Volkswagen en Estados Unidos, Michael Horn. “Nuestra compañía fue deshonesta con la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EEUU) y el comité de Recursos del Aire de California, con todos ustedes (…), la embarramos totalmente”, afirmó Horn en un evento en Nueva York a última hora del lunes.
La jefa del gobierno alemán Angela Merkel exigió una “transparencia total” para aclarar el caso que compromete la credibilidad de una empresa identificada con la excelencia de la industria alemana.
La espiral del escándalo trascendía las fronteras. En Estados Unidos, donde la agencia californiana de protección del medio ambiente (Carb) ya investigaba el caso, la división de recursos naturales del Departamento de Justicia decidió incoar una causa penal contra la firma.
Italia y Francia anunciaron por su parte la apertura de sendas investigaciones, en tanto que las autoridades surcoreanas convocaron a directivos del grupo para exigirles explicaciones.
Las autoridades estadounidenses revelaron el viernes pasado que 482.000 vehículos de las marcas Volkswagen y Audi, fabricados entre 2009 y 2015 y vendidos en ese mercado, estaban equipados con un programa informático que detectaba automáticamente los controles de contaminación con el objetivo de falsear los resultados.
Volkswagen suspendió desde entonces la venta de sus diésel en el mercado norteamericano. El gigante alemán, con una plantilla de 590.000 operarios en todo el mundo, podría ser condenado a una multa de hasta 18.000 millones de dólares (16.000 millones de euros). A esa suma deben añadirse los costes del retiro de los vehículos concernidos y de las indemnizaciones de eventuales demandas públicas y privadas.
¿La culpa de quién?
El ministro de Economía de Baja Sajonia -el estado región alemán que posee el 20% de las acciones de VW-, Olaf Lies, aseguró que el escándalo “no es generalizado”.
“Ahora habrá que establecer quién sabía qué, quién tomó las decisiones”, agregó el responsable, que dio por descontado que rodarán cabezas en la dirección de Volkswagen.
Según el diario Handelsblatt, el presidente Martin Winterkorn tendrá que rendir cuentas de la situación en una reunión de una parte del Consejo de Vigilancia prevista para el miércoles.
En principio, el viernes próximo, Volkswagen tenía previsto prolongar el mandato de Winterkorn hasta finales de 2018, pero el escándalo pone todo en duda.



